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lunes, 22 de octubre de 2012
¿Vida después de la muerte? Un neurocirujano dice que estuvo en el 'más allá'
by alejandro agostinelli
El neurocirujano que viajó al Más Allá
Por Alejandro Agostinelli | Ciencia bruja – sáb, 20 oct 2012
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Dr Alexander (Life beyond death)
"El cielo es real", títuló días atrás la revista Newsweek. Era un reportaje al doctor Eben Alexander, profesor en Harvard, quien aseguró haber estado una semana en coma profundo y recordar, al despertarse, una experiencia cercana a la muerte.
Su relato confirmó las ilusiones que Occidente se hace acerca del sitio a donde van las almas cuando desencarnan, un lugar angelical, colmado de mariposas y sonidos celestiales. En noviembre de 2008, Alexander había sufrido un cuadro de meningitis bacteriana fulminante, tras lo cual su cerebro "se apagó". La situación era delicada. Los médicos casi no tenían palabras de aliento para su familia. Siete días después salió del coma. Poco a poco —no inmediatamente- fue reconstruyendo sus "recuerdos de la muerte".
El número de Newsweek
El médico dice que antes de su vivencia rechazaba la realidad de las llamadas Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM). "Mi aventura comenzó en un lugar más alto que las nubes, inconmensurablemente superior. Había criaturas. ¿Pájaros? ¿Ángeles? Estas palabras han sido escritas más tarde, cuando estaba pasando a limpio mis impresiones. Pero ninguna palabra hace justicia a los seres que vi, que sencillamente eran formas superiores, diferente a todo lo que he conocido en este planeta". Jura que estas "criaturas" emitían fuertes sonidos, "como un canto glorioso", dice Alexander, "como expresiones de alegría", razonó más tarde. El sonido "era palpable y casi material, como una lluvia que puedes sentir en tu piel, pero no te moja". También había una mujer, que le dio tres mensajes: "Sois amados y apreciados, queridos, para siempre", "No tienes nada que temer" y "No hay nada que puedas hacer mal".
Lo que vivió fue la prueba de que el cielo existe, dijo. Tomó apuntes de sus sensaciones y ahora va a publicar un libro, "Proof of Heaven: A Neurosurgeon's Journey into the Afterlife" ("Prueba del Cielo: Viaje de un Neurocirujano al Más Allá"), que saldrá en los EE.UU. el 23 de octubre.
El relato del doctor Alexander "es el más el más asombroso que he escuchado en más de cuatro décadas de estudiar este fenómeno, es una de las joyas de la corona de todas las experiencias cercanas a la muerte", bendice desde la solapa el pionero de este campo, el doctor Raymond Moody.
Aclarémoslo ya mismo: estas vivencias no son "más reales" por el hecho de que las experimenten médicos de Harvard. Pero el prestigio de este neurocirujano, que enseñó durante 15 años en el Hospital Brigham & Women de la Escuela de Medicina de Harvard en Boston, Massachusetts, EE.UU., refrescará las góndolas tras largo tiempo sin novedades en este rubro. Y, sin duda, será best-seller. "Diga que la muerte no existe y conseguirá que la multitud aplauda agradecida la buena noticia", escribió Isaac Asimov.
El relato del doctor Alexander obtiene una pátina excitante por su especialización en cirugía cerebral, su interés en temas de la consciencia y las vívidas imágenes que asegura haber recuperado de su memoria. Él es cristiano, una creencia que no sólo tiñe su interpretación de la experiencia sino la percepción y credibilidad de los otros. Pero fue su conversión a una creencia que no es validada por la ciencia (para la cual la consciencia no es una cosa aparte del cerebro) la que lo ha llevado a escribir este libro, ya que, explica él mismo, "experimenté algo tan profundo que me dio una razón científica para creer en la conciencia después de la muerte".
La triple condición de Alexander (creyente, científico y protagonista de una ECM) parece justificar un retorno a los tópicos que plantean estas experiencias: si existe vida después de la muerte, cómo nos prepara el cerebro para ese momento y cuánto hay de cierto y cuánto de fantasía en lo que cuentan estas personas. Un debate que mantuvo vivo por largo tiempo entre los argentinos el escritor Víctor Sueiro (1943-2007), autor de varios best-sellers dedicados a promover la existencia del Más Allá (ver dossier sobre el caso en Dios!).
Algunas contenidos adelantados por la reciente edición norteamericana de la revista Newsweek y la página web permiten inferir que el libro regresa sobre las constantes reunidas por Moody en 1975 para este tipo de experiencias, a saber:
- sonidos audibles tales como un zumbido
- una sensación de paz y sin dolor
- tener una experiencia extracorporal (sensación de salir fuera del cuerpo)
- sensación de viajar por un túnel
- sentimiento de ascensión al Cielo
- ver gente, a menudo parientes ya fallecidos
- encontrarse con un ser luminoso
- ver una revisión de su vida
- sensación de aversión con la idea de volver a la vida.
Una vez que el viajero se reclina sobre la camilla, asegura que su visión de la realidad y sobre el universo han cambiado radicalmente: él está listo para asumir "una vida más espiritual", un concepto que muta en arreglo al contexto cultural del experimentador. De igual modo, los seres, las notas musicales y otros aspectos de la experiencia varían conforme la religión que profesa cada protagonista, sumada la tendencia a rechazar la comparación de la experiencia con un "sueño lúcido", ya que los recuerdos no son numinosos, sino extraordiariamente vívidos.
"Estuve Muerto" (conducido por Pedro Erquicia, en Documentos TV) es uno de los escasos buenos documentales sobre el tema disponibles en la red. (Duración: 50')
Ascent of the Blessed 1490
Estas constantes han permitido elaborar diferentes explicaciones plausibles para las ECM. Y basadas en la evidencia científica, esto es, que prescinden de cualquier hipótesis sobrenatural. La doctora Susan Blackmore llamó la atención hacia el hecho de que ver luces brillantes parpadeantes o experimentar la visión del túnel y otras alucinaciones visuales geométricas, no sólo son cosas que pasan en experiencias cercanas a la muerte, sino en episodios de epilepsia, migraña, al quedarse dormido, al meditar, al relajarse, presionando ambos globos oculares o al tomar alucinógenos como el LSD, el cannabis, la psilocibina o la mescalina.
En 1930 Heinrich Klüver, profesor de la Universidad de Chicago, notó cuatro formas constantes en las alucinaciones: túnel, espiral, telaraña y trama o red cristalina. Klüver advirtió que su origen quizá era la estructura de la corteza visual, el área del cerebro que procesa esta información. Blackmore, inspirada por trabajos realizados por Jack Cowan, neurobiólogo de la Universidad de Chicago, explicó la visión del túnel por un efecto de desinhibición de la actividad del cerebro: este exceso de actividad genera que las fajas de neuronas activas en la corteza aparezcan como anillos concéntricos, túneles o espirales en el campo visual.
Neural Computation 2002
Para poner a prueba estas ideas, Blackmore diseñó un programa informático que simulaba el funcionamiento del cerebro en una situación de desinhibición e intentó ver qué ocurría si un ruido eléctrico aplicado en la corteza cerebral comenzaba a crecer gradualmente. "El programa —escribe Blackmore— comienza con puntos de luz finamente diseminados, con más puntos en el medio y muy pocos en los bordes. El número de puntos aumenta de a poco, imitando el ruido creciente. El centro comienza a verse como una burbuja blanca y los bordes externos incorporan más y más puntos. Y así se expande, hasta que, por fin, la pantalla se llena de luz. La apariencia es exactamente como la de un túnel oscuro con pequeños puntos de luz, con una luz blanca al final. Luego la luz se hace mayor (o más próxima) hasta cubrir toda la pantalla".
Susan Blackmore
De acuerdo con Blackmore, las ECM serían una ilusión perceptiva debida a la excitación al azar de grupos de neuronas de la corteza cerebral. Así, el protagonista vivirá la ilusión de volar a través de un túnel oscuro, hacia una salida iluminada. Las creencias religiosas o las influencias culturales del sujeto determinarían la interpretación de la experiencia, incluido el sentimiento de unidad con lo sagrado, ligado a los replanteos vitales que suceden a esa realista sensación de haber estado a punto de morir, y volver para contarlo.
Las experiencias extracorpóreas (EEC, o "viajes astrales") están relacionadas con el reemplazo del ambiente real por imágenes almacenadas en la memoria. "Los modelos de memoria —afirma la psicóloga inglesa— generalmente se construyen desde una perspectiva aérea. La vivencia parece real porque es el mejor modelo que el sistema dispone en ese momento".
En el año 2007, The New England Journal of Medicine publicó el estudio de un caso donde un grupo de científicos —con la intención de tratar un caso de tinnitus— aplicó unos electrodos a un paciente, a quien estimularon la región del cerebro relacionada con el giro angular derecho. El experimento le generó la sensación de que se hallaba a 50 centímetros por detrás de su cuerpo. Otros autores dicen que las "vistas aéreas" propia de las EEC están relacionadas con la percepción que tenemos de nosotros mismos, la orientación y el equilibrio vestibular. También explican que puede causar el mismo efecto una estimulación generada por el flujo sanguíneo cuando grandes arterias convergen cerca del giro angular dentro del cerebro. "Si algo comprime esta área, nuestras sensaciones corporales pueden llegar a desorientarse. Podemos llegar a sentir que nuestro cuerpo está flotando sobre la mesa de operaciones o la escena de un accidente de tráfico", escribe Sandra Blakeslee en su libro "El mandala del cuerpo" (2009).
En un experimento de 2004, realizado por doctora Willoughby B. Britton y Richard R. Bootzin, de la Universidad de Arizona, tomó a 23 personas que afirmaron vivir una ECM y un grupo de control, integrado por personas que nunca tuvieron un estrés post-traumático. Mientras los sujetos dormían, los científicos escanearon sus cerebros y notaron que los patrones de sueño de cada grupo eran muy diferentes: el 20% de los que informaron haber visto la "luz al final del túnel" mostraban el mismo patrón en el lóbulo temporal que los enfermos de epilepsia y mayor actividad en la zona asociada con las vivencias místicas y religiosas.
¿Por qué es significativo que la actividad en el lóbulo temporal tenga que ver con las alucinaciones generadas durante las experiencias cercanas a la muerte? Porque quienes tuvieron estas experiencias —sugiere la investigación— serían personas fisiológicamente diferentes de la población general. Y también es significativo porque, según parece, el lóbulo temporal queda más cerca que el Cielo.
BY
Alejandro Agostinelli es periodista y editor del blog Factor 302.4
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